Calzón y Calzoncillo

17 05 2010

«y en el mar naufragó
una balsa que nunca zarpó
mar aquí, mar allá»

Puentes Amarillos – Pescado Rabioso

Calzón y Calzoncillo bajaron a punta de tropiezos por el rocoso camino hacia la playa. Era tarde y las estrellas del ennegrecido cielo centelleaban al unísono. El frío aumentaba mientras se acercaban a  la orilla y la piel que tocaban levemente se erizaba. Los protectores pantalones que siempre los cubrían, rápido desaparecieron, mientras que el calor interno se acrecentaba.

La humedad los envolvía mientras que sus bordes, terminaciones, hilos sueltos y etiquetas rozaban intermitentemente.

El sonido de voces tumultosas, que con gritos  y canciones amenizaban la noche, se sentian cada vez mas lejos, mientras que el reventar de las olas no deja escuchar ni sus pensamientos.

Calzón y calzoncillo recibian suaves y dulces caricias. Caricias que los electrizaban hasta el punto de lentamente deslizarse por la piel que los contenia. Con ayuda de delicados movimientos de manos, calzón y calzoncillo lograron quedar anclados a sus respectivos tobillos, tobillos escalopizados por la arena que los rodeaba.

Mientras sus dueños se contorneaban, besaban, tocaban, mientras unian sus cuerpos en uno, el frio de la brisa marina era ahora solo parte de un recuerdo y se transformaba en un calor envolvente, sofocante, enloquecedor y en algunos segundos hasta ensordecedor.

Sin darse cuenta el tiempo paso , la luna giró, la marea subió y en solo un instante se encontraron envueltos en la chocolatosa agua que se formó en la orilla, agua que corrió friamente por  sus espaldas y los hizo volver a la realidad solo por un segundo. Calzón y calzoncillo también se sorprendieron por esta súbita corriente , corriente tan fuerte que los despojo de sus anclajes y los arrastró hasta ser parte de un casi infinito vaiven de las olas de la orilla.

Luego de varios estrujados minutos, los cuerpos que en algún momento yacían en la arena , ahora se erguian lentamente,tratando de despejar el destello azul eléctrico que dentro de sus cuencas oculares brilló intensamente en el momento del orgasmo. El levantar fue lento y pausado, al igual que la busqueda de las prendas perdidas en la arena, arena ahora mas húmeda que hace algunas horas. La busqueda fue fugaz y al no encontrar a Calzón y Calzoncillo solo decidieron guardar silencio, un minuto de silencio, y continuaron poniendose la ropa y sacudiendose la arena.

Era tarde y la hora de volver habia llegado. Tomados de  la mano, con una dulce sonrisa en sus caras , caminaron por la orilla de la playa pensando en ese cómplice y secreto crimen que solo ellos sabian: la desaparición de Calzón y Calzoncillo.


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Un comentario

3 05 2016
lokate

Reblogueó esto en No sufro de locura… la disfruto cada segundoy comentado:

el que mas me gusta que he publicado 🙂

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